lunes, 6 de octubre de 2008

El MST y La lucha por la Reforma Agraria en Brasil

La concentración de la tierra

En Brasil la distribución de la tierra es una de las más dramáticas del mundo, por los contrastes que registra: cerca del 1% de los propietarios posee cerca del 46% de todas las tierras; mientras que al 90% de los propietarios le corresponde algo menos del 20% de las propiedades. Todo esto con el agravante de que tan solo se cultiva un poco más del 50% de las tierras cultivables y de que en el país existen unos 4.8 millones de familias de trabajadores rurales sin tierra. La concentración de la tierra trae aparejada la concentración de la propiedad de los medios de producción, del poder económico, de la renta y del poder político en el medio rural, lo que repercute en una sociedad permanentemente conflictiva entre una minoría de propietarios y un gran sector de la población que, si no está explotado, se ve excluido de las fuentes de trabajo.
Los graves problemas agrarios que existen son resultado de la modalidad del desarrollo implementado en el país, particularmente en materia agrícola. Pese a la gravedad de tales problemas, éstos tan solo son reconocidos como tales por los trabajadores y la población en general, más no por las clases dominante, beneficiaria directa de ese esquema de desarrollo que le significa mayor oportunidad de lucro y poder.

La utilización de la tierra

La forma como se utiliza la tierra no responde a los intereses de la sociedad como un todo y, mucho menos, de los trabajadores. No se aprovecha el enorme potencial que los recursos naturales disponibles representan para el progreso económico y el bienestar de toda la población. De las aproximadamente 400 millones de hectáreas tituladas como propiedad privada, apenas 60 millones son utilizados para la labranza.
Según datos del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (INCRA), existen en Brasil cerca de 100 millones de hectáreas de tierras ociosas, localizadas en las grandes propiedades y que podrían ser aprovechadas
La utilización de la tierra responde únicamente a la lógica de maximización del lucro y se transformó en un grave problema para la sociedad. En muchas regiones próximas a las grandes ciudades, las tierras tan solo han servido como área para los pasatiempos de las clases dominantes.

Lo que se produce en la tierra


La producción obtenida en las 60 millones de hectáreas cultivadas, es insuficiente para atender las necesidades de la población. Es irrisoria, si se tienen en cuenta los avances tecnológicos y la productividad promedio que registran otros países. Se produce apenas 75 millones de toneladas de granos. En otros países con similares o peores condiciones climáticas y de suelo, la producción llega a ser cuatro veces mayor.
Las mejores tierras se destinan a monocultivos para la exportación como: caña, café, algodón, soya y naranja. En tanto que la producción de alimentos básicos para el mercado interno está prácticamente represada. En tal medida, existe una mala distribución de la producción agropecuaria y la mayoría de la población brasileña no logra tener una dieta alimentaría acorde al menos con las necesidades básicas. Así, existen 32 millones de personas que pasan hambre todos los días y otras 65 millones que se alimentan por debajo de las necesidades.

Las condiciones de trabajo

Las condiciones de trabajo y las relaciones de dominación y explotación prevalecientes, en especial frente a los asalariados rurales, son una afrenta a la dignidad humana. Muchos asalariados son tratados como esclavos. Los derechos laborales y sociales establecidos en la Constitución son completamente irrespetados. Pero además, desconocidos por los propios trabajadores. El 65% de los asalariados rurales ni siquiera posee registro de trabajo firmado, el 40% de los trabajadores asalariados tiene trabajo todo el año y los demás viven entre el trabajo temporal y el desempleo.
Los salarios pagados en el medio rural están siempre por debajo de lo requerido para
atender las necesidades mínimas de alimentación. Las condiciones de trabajo en los
establecimientos de producción familiar también son deshumanas, involucrando a los niños y a toda la familia, por períodos que llegan hasta las 14 horas diarias.

Las condiciones de vida en el campo

Las condiciones de vida de la población del medio rural han mejorado en algunas regiones, especialmente en el sur y sudeste; pero la inmensa mayoría de los habitantes del campo continúa al margen de los beneficios del progreso económico y del avance de

las fuerzas productivas. Los indicadores sociales de las regiones rurales sobre el consumo de luz eléctrica, utilización de electrodomésticos, niveles de alfabetización, nivel de escolaridad, número de médicos, son alarmantes y se equiparan a las regiones más pobres del mundo. Revelan el grado de discriminación social, económica y política a que fueron sometidas por las oligarquías y elites rurales. De los 32 millones de brasileños que pasan hambre diariamente y son considerados indigentes, más de la mitad vive en el campo. Además, la miseria aumenta día a día. Entre las personas que viven en el campo las que más sufren las pésimas condiciones de vida son, sin duda alguna, las mujeres y la niñez. Las mujeres realizan una doble jornada de trabajo, dedicándose a las actividades domésticas y al trabajo en la producción. La mayoría no recibe nada por su trabajo. No participa de las decisiones de la economía familiar. Son
las mujeres quienes sufren por la falta de atención de salud para sí y para sus hijos.

El modelo tecnológico de desarrollo de la agricultura


El modelo de desarrollo adoptado en la producción agrícola brasileña únicamente sigue la lógica de maximización de las ganancias. Existe una permanente propaganda ideológica que exalta los avances y la modernidad en el campo, no obstante que son visibles las consecuencias adversas y la completa inadecuación de la tecnología utilizada en el medio rural a la realidad de los trabajadores y a los recursos naturales. El modelo escogido es una mera copia de los países capitalistas centrales y únicamente responde a la lógica de consumo de los insumos industriales ofertados por las empresas multinacionales. Ese modelo representa hoy un enorme problema que compromete: el potencial de producción, la eficiencia y la calidad de los productos, así como la disponibilidad de los recursos naturales para las generaciones futuras.
Tal concepción de desarrollo agrícola, basada en ese paquete tecnológico, ya ocasionó enormes perjuicios sociales y al medio ambiente. Entre otros: contaminación de aguas, deforestación, destrucción de la flora y fauna, degradación de los suelos y uso depredador de todos los recursos naturales disponibles.

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